Conexión – Olga Romero
Una Vida de propósito tiene beneficios poderosos. Aquellos quienes se involucran en varias actividades altruistas y de ayuda al prójimo son frecuentemente motivados por un sentido de satisfacción. Cuando tenemos un propósito conectado a la voluntad de Dios, la vida se vuelve menos complicada y ya no es aburrida. Nos convertimos en una flecha que vuela hacia un objetivo y nuestra mente se siente fuerte, con menos espacio para que la negatividad se filtre. También nos volvemos más resilientes, capaces de superar obstáculos que normalmente nos derrotarían. Eso fue lo que Jesús quiso decir, que nuestro propósito en la vida es amar a Dios plenamente y amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos. Debemos vivir una vida radical de servicio y amor. Mateo 22:37-40.
Hay muchas clases de propósitos que tienen diferentes efectos. Por ejemplo, para muchas personas el principal propósito en la vida es el simple sentido de supervivencia, el de satisfacer sus necesidades básicas. Nosotros podemos adoptar diferentes tipos de propósitos. Algunas personas pueden adoptar un propósito personal acumulativo y solo adquirir posesiones, logros, éxito o fama. Otros pueden adoptar un propósito altruista-idealista de ayudar a los demás y contribuir al mundo. Otros, tal vez al mismo tiempo, dado que es posible adoptar más de un tipo de propósito- pueden adoptar un propósito auto expansivo de desarrollarse a sí mismos a través de aprendizaje, creatividad o espiritualidad.
Pero el mejor propósito es una vida de propósito conectada al Padre, lo cual tiene poderosos beneficios espirituales. Quienes se involucran en diferentes actividades de servicio ya sea en la iglesia o fuera de ella, como actos de amor y bondad a menudo están impulsados por un objetivo general que les proporciona un sentido de motivación, dirección y significado. Cuando existe un propósito divino las personas experimentan una transformación repentina, con una nueva sensación de bienestar, aprecio y conexión espiritual. De esta manera, somos transformados. Esto es, mediante la conexión a Jesús y nuestra conexión con los demás. Así, trascendemos el egoísmo y nos damos cuenta de que no somos entidades aisladas sino parte de una gran red, todos somos hijos del Rey. Conéctate!!