Como cristianos, estamos llamados a ser constructores del Reino de Cristo en la tierra. Este llamado no es una tarea pasiva, sino una invitación activa a participar en la obra de Dios, llevando su amor y su mensaje a cada comunidad y contexto.

Jesús nos enseñó a orar “Venga tu reino” (Mateo 6:10), recordándonos que aunque el Reino de Dios se manifestará plenamente en el futuro, ya está presente entre nosotros cuando vivimos según sus valores. Cada acto de amor, justicia y paz es una manifestación del Reino de Dios en nuestro mundo.

Ser constructores del Reino de Cristo implica vivir el mandamiento del amor. Jesús dijo: “Un mandamiento nuevo les doy: que se amen unos a otros” (Juan 13:34). Nuestro amor por los demás, especialmente por los más necesitados y marginados, es la piedra angular del Reino de Dios; y comienza desde los pequeños detalles y en lo cotidiano.

La invitación es a caminar la milla extra, hacer más de lo que estamos acostumbrados a hacer, en pro de defender la justicia, trabajar por la paz y mostrar misericordia en todas nuestras relaciones. Debemos construir comunidades de fe que reflejen la unidad que Dios desea para su pueblo.